Han habido muchas personas con las que he convivido a lo largo de mi estadía en el Colegio del Pilar, no se por donde comenzar.
Creo que las únicas 2 personas que tal vez no hablamos demasiado pero siempre, a lo largo de estos 11 años, han estado en mi grupo, les hablo de Carlos Diego y Madeline, lástima que no tengo una foto pero prometo más adelante mostrarles una.
Más adelante, precisamente un año y medio después, llegó la persona de la cual les hablaré a lo largo de este texto, Brenda Itzel Pérez Buendía.
Ella ha estado conmigo en los momentos difíciles, en las risas, las lágrimas, los bailes, las tareas, los proyectos, las fiestas, las plazas, los juegos, mi casa, su casa, campamentos, etc.
Recuerdo que mi primer accidente serio, nivel hospital, fue en su casa, en una fiesta con alberca. Tenía un patio enorme y recuerdo que había un brincolín y 2 albercas inflables. Estaba empapada y descalza y Brenda me presto las sandalias de su hermano y yo por pena, no me las quise poner. Por consecuencia, me resbale en un charco enorme y caí con todo el codo, llore como nunca.
Y así, a lo largo de todos estos años hemos vivido mil experiencias juntas, cosas nuevas, enfrentando la rutina escolar, juntas como amigas.
Claro, en un momento como en toda relación de dos personas, hubo problemas, problemas que llegaron a causar fuertes peleas, malas palabras, malos entendidos, y un distanciamiento enorme. No puedo explicar la combinación de sentimientos que sentí en ese tiempo; tristeza, enojo, coraje, impotencia, etc.
Recuerdo que la primera vez que peleamos así fuerte, llore como por una semana, pensé que mi mejor amiga ya no lo sería más, que esos 10 años de momentos increíbles se iban al olvido.
Si dolió, pero en un punto dije, ya no más. Levante la mirada y me resigne, a verla cambiar a aceptar la realidad y buscar nuevas amistades. Por fortuna, lo logre. Y justo cuando sentía que nos transformábamos en dos completas extrañas, sucedió. Ella me pidió una disculpa, no supe como reaccionar ya que después de tanto tiempo de conocerla sabía que ella no era (ni es) de las personas que piden perdón fácilmente. Otra mezcla de sentimientos ocurrió en mi, pero claro ahora había muchos sentimientos positivos. Nos perdonamos y todo volvió a comenzar.
Recuerdo que los primeros días, no fue nada fácil, ni siquiera me atrevía a hablarle. Como al tercer día, le entregue la invitación para mis XV años, la abrace y lloramos, claro, lágrimas de alegría.
Desde ahí, la relación cambio, para bien. Reconstruimos la confianza, el cariño y la amistad. Y ahora yo siento que esta amistad es más fuerte que antes.
No tengo palabras para agradecerle todo lo que ha echo por mi, en verdad es una de las personas más importantes para mi. De esas personas que nunca quieres que se alejen de ti, de esas.
Ahora, esperamos por los resultados de la preparatoria para definir nuestros caminos, ¿Seguiremos juntas? ¿Nos distanciaremos?
Pase lo que pase, a pesar de todo, seguiré brindándole todo mi apoyo como ella lo ha echo.
Esta amistad es de esas que se quedan en la secundaria, va más allá.